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martes, 30 de octubre de 2012

MÁS JUDÍOS ORAN EN EL MONTE DEL TEMPLO, SITIO TAMBIÉN SAGRADO PARA LOS MUSULMANES

La policía israelí y los funcionarios musulmanes dicen que las oraciones en el Monte del Templo son una provocación. Sin embargo los israelíes llaman a este acto: "un derecho humano básico".
Casi todos los días, decenas y hasta cientos de fieles judíos ascienden a la disputada porción de 36 acres, que es la plataforma que los musulmanes veneran como la mezquita de Al Aqsa, pero que los judíos veneran como el Monte del Templo que originalmente construyera Salomón (mucho, pero mucho antes de que existieran los Palestinos) y, todo se hace con una escolta de la policía israelí para protegerlos y un guardia de seguridad musulmán para controlar sus movimientos. 

La seguridad es fuerte en las inmediaciones del muro de las lamentaciones en Jerusalén este mes. Un ritual simple pero antiguo está amenazando el equilibrio delicado de seguridad sobre la plaza más sagrada de Jerusalén: -los judíos están orando en un lugar dentro de su propio país, pero que es reclamado por advenedizos-.  

Entonces, recitan una oración rápida, a veces en silencio para sí mismos- en voz baja o susurrando-, otras veces en voz alta, y ese sencillo hecho es un "pecado imperdonable" para muchos musulmanes.
Activistas judíos llaman a las oraciones inofensivas, un acto de fe. La policía y los funcionarios musulmanes consideran peligrosas provocaciones, especialmente teniendo en cuenta las sensibilidades religiosas profundas del lugar y su historia de violencia. 

Hace doce años, la presencia de judíos en la plaza era tan polémica que un breve recorrido por allí, el entonces Primer Ministro, Ariel Sharon, ayudó a desencadenar un levantamiento palestino o "Antifada" que duró más de cuatro años.
Pero hoy en día los fieles judíos son más frecuentes, llegando en mayor número que en cualquier otro momento desde la fundación de Israel, lo cual sería consistente con el despertar y la sed porque sobre esa montaña se vuelva a construir el Templo de Jerusalén, tal y como lo profetiza Ezequiel. Es en ese nuevo templo, según las profecías bíblicas, donde se sentará el Anticristo y cometerá lo que la Biblia describe como la "Abominación desoladora". 

 

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